viernes, 11 de abril de 2008

EL ZODIACO DE DENDERA

Luego de haber leído The Mayan Prophecies [Las profecías mayas] llegaron a mis manos algunas otras obras de esta índole. Según los autores del libro When the Sky Fell [Cuando el cielo cayó], la Atlántida se movió hacia el Polo Sur, debido a un enorme cambio de la corteza terrestre hace unos doce mil años. La base de esta hipótesis se halla en otro libro, The Path of the Pole [La senda del Polo] del profesor Charles Hapgood. En un prólogo para la primera edición de esta obra, Albert Einstein escribe: “Con frecuencia recibo comunicaciones de personas que desean consultarme sobre sus ideas, que no han sido publicadas. De más está decir que estas ideas, rara vez tienen alguna validez científica. No obstante, la primera comunicación que recibí del Sr. Hapgood me dejó electrizado. Su idea es original, de gran simplicidad y, si puede demostrarse, será de gran importancia para todo lo que se relaciona con la historia de la superficie terrestre.
Gran cantidad de datos empíricos indican que en cada punto de la superficie de la Tierra que ha sido cuidadosamente estudiado, se han producido muchos cam­bios climáticos y aparentemente, de manera bastante repentina. Según Hapgood, esto es explicable si la corteza exterior de la Tierra, que es virtualmente rígida, de vez en cuando soporta un extenso desplazamiento de las capas interiores viscosas, plásticas y posiblemente fluídicas. Tales desplazamientos pueden tener lugar como consecuencia de fuerzas comparativamente suaves que se ejercen en la corteza y derivan del ímpetu de la rotación de la Tierra, la cual a su vez, tenderá a alterar el eje de rotación de la corteza terrestre.

El autor no se ha circunscrito a una simple presentación de esta idea, sino que también ha expuesto, con cautela y en profundidad, el rico material que apoya esta teoría del desplazamiento. Creo que esta idea algo asombrosa, incluso fascinante, merece una seria atención por parte de todo aquel que se interese en la teoría del desarrollo de la Tierra”. En ediciones posteriores, el profesor Charles Hapgood escribe: “Los avanzados conocimientos de las condiciones de la corteza terrestre ahora sugieren que las fuerzas responsables de estos movimientos en la misma, se encuen­tran a cierta profundidad dentro de la Tierra, más que en su superficie.

A pesar de este cambio en el carácter de la explicación ofrecida sobre los movimientos, la evidencia de que estos se produjeron se ha multiplicado en los últi­mos años. Los temas principales del libro, es decir, los desplazamientos de la corteza que se han producido, incluso en una reciente historia geológica, y sus efectos en la formación de las características de la superficie de la Tierra, por lo tanto, permane­cen inalterables”.
Cuando tiene lugar un deslizamiento de la corteza, algunos continentes se mueven hacia los Polos y otros se alejan de ellos, y una ola gigantesca cruza toda la Tierra. Los sobrevivientes no pudieron hacer otra cosa más que huir de su tierra condenada, el día en que la Atlántida se movió hacia el Polo Sur; y en este libro demostraremos con claridad que tales cosas sucedieron. Inmediatamente después de los acontecimientos, la agricultura prosperó en distintas partes del planeta. Esto, sin dudas, relaciona la muerte de un mundo con la fundación de nuevas culturas en los lejanos continentes. Así, los atlantes estuvieron presentes no sólo en el origen de la cultura maya, sino también en el de la india, china y egipcia. Casi todos están familiarizados con la leyenda de la Atlánti­da, la tierra que desapareció en terribles terremotos de desconocida intensidad. El filóso­fo griego Platón tuvo noticias de ello, en el antiguo Egipto. Si todo esto es verdad, entonces tiene que haber una conexión entre las profecías maya y egipcia. Revisé varias obras sobre cultura egipcia y sus grandes logros me impresionaron cada vez más. Un caleidoscopio de templos, pirámides, obras de arte, esfinges, etc., desfilaron ante mis ojos, pero no hallé la conexión; eso fue frustrante. Les conté a varias personas amigas sobre mis malogrados intentos, hasta que uno de ellos me preguntó: “¿No has leído aún Serpent in the Sky [La serpiente en el cielo]?” “No, ¿quién lo escribió?” “John Anthony West. Estuvo en televisión el otro día con un documental sobre la Esfinge. Mostraron evidencia de que la Esfinge es miles de años más antigua de lo que siempre se ha pensado y que el secreto conocimiento de la Atlántida tal vez esté oculto justo debajo de ella”. “¡Ahí está!” pensé, si los atlantes manejaban esta importante información, entonces tenían que estar interconectados con el mundo egipcio. Empecé a leer el libro y me sorprendió que yo hubiera subestimado su inteligencia. Sus matemáticas tenían un nivel sumamente alto y el libro contiene ejemplos de ello; en verdad, me asombró sobremane­ra. También me enteré de que nadie logró traducir aún una parte importante de los jeroglíficos. “¡Qué tal!”, pensé, “si debo empezar aquí, esto será una tarea imposible”. Leí casi el noventa por ciento del libro, aprendí muchísimo, pero no lograba avanzar, hasta que comencé el capítulo denominado “Egypt: Heir of Atlantis” [Egipto: Heredero de la Atlántida]. En él, West comenzó a investigar la edad de la Esfinge, siguiendo una suge­rencia del filósofo francés R. A. Schwaller de Lubicz, quien dijo que los patrones de erosión sobre la Esfinge apuntan a ser más antiguos de lo que siempre se ha asumido. Demostrar esto se convirtió en el motivo de su vida. De ser cierto, testimoniaría que la civilización egipcia es miles de años más antigua de lo que comúnmente se creyó y que provendría de la Atlántida.

Estaba por terminar el libro, pero aún no hallaba nada que resultase de utilidad para mi investigación y estuve a punto de abandonarlo, cuando en la penúltima página, algo llamó mi atención. Allí vi fotos y dibujos del zodíaco de Déndera; se lo veía radian­te y misterioso al mismo tiempo. Yo nunca había sido un creyente de las predicciones de un zodíaco y su existencia casi me hacía reír. Pero entonces, en una décima de segundo, mi manera de razonar y también mi vida, cambiaron profundamente. Cada vez más perplejo miré las antiguas escrituras; eran una sublime obra de arte, algo especial y único en la ciencia arqueológica. Más aún, eran mágicas, inspiradoras y tenían cierto encanto. Supe que Cotterell halló muchos más códigos en la tumba de Palenque, de los que alguien podría imaginar a primera vista y aquí también, tuve la sensación de que este sería el caso. Pero ¿cómo descifrar el código? Los jeroglíficos superaban con largue­za mi comprensión, y los dibujos, aunque mucho más claros, contenían un código terri­blemente difícil.

Esta obra de arte no fue realizada para reírse de ella y luego dejarla de lado. Muchas personas creen en las predicciones del zodíaco, por lo tanto, asumamos que está basada en la realidad. Aceptemos también que los autores del zodíaco querían compartir parte de su sabiduría, por ejemplo, el día del fin de la Atlántida y el día del próximo cataclismo. ¡Eso debe ser! ¡No puede tratarse de ninguna otra cosa! ¡El zodíaco predijo la fecha exacta del próximo fin de la Tierra!, y fue mi intuición la que me condujo a esta conclusión. Más adelante, claramente, lo intuido resultó ser cierto. Sentí que con gusto estaba dispuesto a dar parte de mi vida para resolver estos acertijos, aunque por supuesto no podía hacerlo solo. Necesitaba con urgencia la ayuda de un egiptólogo, pues esta era la única manera de revelar los antiguos misterios.

Pero ¿a quién convocar? Hice algunos contactos, pero ellos no estuvieron interesa­dos. Entonces, la suerte dio un giro a mi favor. Una periodista del diario belga Het Belang Van Limburg vio un artículo sobre mí en el mayor periódico holandés, The Telegraph. En este artículo, yo explicaba que vivía a base de una “dieta de hambre”, consistente en frutas y verduras, con el propósito de alcanzar la mayor longevidad. Hasta ese momento, era el único en Bélgica y los Países Bajos que lo estaba intentando; en EE.UU., había fácilmente unos cien voluntarios, pero aquí el interés era escaso. La periodista decidió que quería conocerme y escribir un artículo, incluso, lo redactó ese mismo día porque al siguiente se iba de viaje. El artículo debía aparecer dos o tres días más tarde y, por cierto, yo compré el diario para el que ella trabajaba, todos los días subsiguientes. Hasta que se desató el mayor escándalo sobre pedofilia en la historia de Bélgica. La noticia cubría todos los periódicos y mi artículo quedó de lado durante un tiempo. No obstante, el sábado 17 de agosto de 1996, compré el periódico. Coincidente­mente, leí un artículo sobre astronomía en el cual se hablaba del astrónomo Gino Ratinckx, quien estaba interesado específicamente en la arqueoastronomía. Para ser más preciso, estaba buscando una similitud entre ciertas constelaciones estelares y la ubicación de antiguos templos, como las pirámides de Giza, por ejemplo, que están emplazadas de acuerdo con la constelación de Orión. Él tenía sumo intenso interés en esto. El artículo mencionaba su domicilio y número de teléfono; vivía en las afueras de Amberes, muy cerca de mi casa. Recorté el artículo y lo guardé, pues antes de establecer el contactarlo, quería leer el libro Keeper of Génesis [El guardián del Génesis], en el cual Bauval y Hancock demuestran de manera brillante, dónde los atlantes enterraron su secretos conocimientos. Luego de leerlo, llamé a Gino Ratinckx. Esta llamada iba a cambiar mi vida para siempre.



Figuras 1 y 2.
El Zodíaco de Déndera de ángulo recto, una de las creaciones más enigmáticas de los antiguos egipcios.


“Sr. Ratinckx, le habla Patrick Geryl. Leí un artículo sobre usted y me gustaría conocerlo personalmente”.
“¿De qué desea hablar?”
“En el libro The Mayan Prophecies se describe cómo el autor descifró el código de los mayas. Tengo un libro con el zodíaco de Déndera y estoy convencido de que, simi­larmente, también contiene códigos. ¿Podría ayudarme a descifrarlos?”
“¡Oh, eso no va ser ningún problema! Hice un estudio sobre el templo de Déndera para mi examen de arqueología”.
Al oír esto, mi corazón se llenó de gozo y le pregunté: “¿Es posible que nos encon­tremos para discutirlo?”
“El próximo miércoles a la noche me viene bien”.
Era lunes a la noche y, en dos días más, probablemente iba a hallar un avance real en mi investigación. Entonces le pregunté: “¿A las ocho está bien?”
“Venga a mi casa, ¡ah! y llámeme Gino”.

Miércoles a la noche, ocho menos diez. Nervioso, toqué el timbre. Gino abrió la puerta. Decididamente, me resultó un hombre agradable. Me llevó al primer piso; allí estaba su computadora, sobre un caótico escritorio. Al mirar alrededor vi algunos muebles antiguos muy bonitos y las paredes cubiertas con las pinturas de su esposa. Nos sentamos a la mesa y le mostré la pila de libros que había leído.
“Mire”, comencé, “según los mayas, el año 2.012 deparará un desastre porque habrá un cambio en el magnetismo solar, y ahora que he visto esta foto y estos dibujos del zodíaco, por alguna razón estoy convencido de que allí hay códigos ocultos”.
“Bueno, usted ha llegado al lugar indicado, pues yo participé de la investigación sobre el significado de algunos de los códigos mayas”.
Bueno, pensé, ¡esto no podría haber resultado mejor! Entonces proseguí: “¿Tiene usted alguna idea sobre cómo podemos manejar esto?”
“Las ideas no son un problema para mí, pero sí tengo dificultad para escribirlas; de hecho, soy incapaz de producir un libro escrito con fluidez”.
Sonreí, era justo para mí. Yo ya había escrito seis libros y en uno de ellos demos­traba que la teoría de la relatividad era incorrecta. Hasta ese momento no lo había men­cionado, pues, como Gino era astrónomo, tal vez se hubiera sentido un poco alarmado al oír que yo disentía con Einstein. Pero como parecía muy afable me animé y le dije: “Puede dejar la escritura para mí; ya he escrito varios libros, incluyendo uno en el cual demuestro que los quásares ¡son inconsistentes con la teoría de la relatividad!”
Esto captó la atención de Gino y con cierta sorpresa me preguntó: “¿En verdad? ¿Y puede explicármelo?”
“Usted sabe que cuando la velocidad de un objeto aumenta, su masa también aumenta, según los cálculos de Einstein. Cuanto más nos aproximamos a la velocidad de la luz, más aumenta la masa. Ahora, imagine que hay un bulto de masa increíblemente grande al final del universo. Con sus fuerzas gravitacionales “tira hacia sí” los sistemas estelares en el centro del universo. Lentamente, comienzan a moverse en su dirección. En miles de millones de años, la masa de los soles pertenecientes a dicho sistema aumen­ta. Por cierto, pierden masa por la radiación, pero la ganan por aumento de masa. Todos saben que cuando la masa de un planeta aumenta, la fuerza gravitacional también aumenta. En la Luna, por ejemplo, usted puede saltar diez metros con total facilidad, pero en Júpiter casi no puede moverse. Debido a este aumento de la masa de un sistema estelar, el sistema mismo está sujeto a un continuo proceso de achicamiento. Finalmen­te, el sistema colapsará y se convertirá en un quásar”.
Gino me miró sorprendido y respondió: “Es la primera vez que oigo esta teoría, pero me parece lógica. ¿Puede darme más evidencia?”

“Si la velocidad de un sol aumentara a la velocidad de la luz, su masa también aumentaría. Todos los astrónomos saben que el lapso de vida de un sol depende de la cantidad de su masa. Cuanto más pesado es el sol, más rápido será el proceso de envejecimiento. Tomemos nuestro Sol, por ejemplo. Tiene una expectativa de vida de diez mil millones de años. Un sol con el doble de esta masa sólo tiene una expectativa de vida de ochocientos millones de años. Esto es así porque las fuerzas gravitacionales internas aumentan tanto que las reacciones nucleares se aceleran. Un sol que aumenta en velocidad y, por lo tanto, en masa, se quemará más pronto y tendrá una vida más corta. Yo la denomino la paradoja de la gravitación cuántica”.

Gino reaccionó con entusiasmo y me preguntó: “¿Existe alguna otra consecuen­cia?”
“Escribí las principales consecuencias en mi libro A New Space-Time Dimensión [Una nueva dimensión del tiempo y el espacio]. Una de ellas, bastante importante, es que la galaxia se está expandiendo a un ritmo acelerado.[1]-[2] Otra es que el noventa por ciento del universo contiene sistemas estelares explosivos, los cuales están pereciendo, debido al aumento de la fuerza gravitacional. Desde un punto de vista estrictamente científico, la vida extraterrestre es imposible allí, por lo tanto, la vida tiene que estar limitada al centro del universo. Por cierto que esto incluye a muchos sistemas estelares, pero son muchos más de lo que todos piensan. Las series de televisión como ‘Viaje a las estrellas’ están profundamente equivocadas, pues su historia trata de mundos que no podrían existir de ninguna manera”.
“Lo que usted me está diciendo aquí podría ser cierto y si se publicara, podría provocar bastante consternación. Pero está bien, hay algo que debemos hacer primero: descifrar el código Déndera”.

Gino tomó un libro de un estante: “Pienso que tengo precisamente lo que necesita. Aquí está la decodificación de The Egyptian Book of the Dead [El libro egipcio de los muertos]. Hasta la fecha de publicación de este libro, nadie había logrado decodificar las veneradas escrituras. Este autor, Albert Slosman, lo hizo, y ¡quedará sorprendido por su contenido!”
Con respeto, tomé el libro en mis manos y, de inmediato, me di cuenta de que había generado en mí un intenso sentimiento. ¡Este era el indicado! Y aquí yo iba a hallar códigos de suma importancia. Esa misma noche empecé a leer la obra y hallé claves de una catástrofe.
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[1] Fue confirmado por los astrónomos en 1998.
[2] El viernes 23 de noviembre de 1990, la televisión belga (BRT) difundió esta teoría durante 15 minutos. En ese entonces, Patrick Geryl fue el único en el mundo que difundió con precisión esta expansión acelerada del universo. En 1983 también predijo correctamente que IRAS [Satélite Infrarrojo Astronómico (N. de la T.)] iba a encontrar miles de millones de galaxias en el infrarrojo. Nuevamente, fue el único que hizo esta afirmación en ese entonces. Esto se publicó en el diario belga Het Laatste Níeuws, el 11 de febrero de 1983. Su correspondencia con G. Neugebauer —del Instituto de Tecnología de California— y Peter Clegg —de la Facultad Queen Mary (Universidad de Londres) —, lo confirma. Ambos fueron responsables de la interpretación de los resultados de IRAS. Todos estos hechos demuestran la validez de estas teorías.










5 comentarios:

ladymarian dijo...

Muy interesante... !!
¿Donde puedo encontrar mas de Dendera?
Saludos

Christian Garuma dijo...

Me encanto, despierta el interes y la imaginacion. Le estaria agradecido si comparte mas sobre El zodiaco de Dendera.
Admiro su serio interes por estos conocimientos y su forma de narrarlos.

christian-garuma.blogspot.com

Eddy Joe dijo...

Es muy interesante. Me entere recien de todo esto gracias a un documental del history. Ahora estoy averiguando mas sobre el tema. Recien empiezo. Felicitaciones por sus investigaciones Dr. Geryl.

joarsolo dijo...

Saludos, lo invito a que incluya en el texto los hallazgos sobre la catástrofe, después de la lectura del libro.

INTERMEDIA ZONA NORTE dijo...

Donde puedo leer la continuación...felicitaciones....

atte
Lucho